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"Pensar sobre la muerte es el principio de una vida reflexiva que accede al significado y posiblemente a la espiritualidad; es de hecho la forma universal a la que todos tenemos acceso para acercarnos a la espiritualidad", dice el psiquiatra y terapeuta chileno,

Claudio Naranjo, durante una entrevista

El primer y más básico acto de conciencia que distingue al ser humano es notar que vamos a morir y todas las personas que conocemos también. Esto parece muy sencillo pero es sumamente significativo, y si no nos lo parece es porque realmente no lo hemos asimilado. "Lo sabemos sólo intelectualmente, no emocionalmente", dice Naranjo. La clave, entonces, yace en sentir la muerte, por más horror y contrasentido que esto nos parezca. Y agrega: "Si sintiéramos que nos vamos a morir seríamos mejores personas, no seríamos tan narcisistas, aprovecharíamos mejor el tiempo. Nos dedicaríamos más a buscar aquello que no es mera supervivencia, comodidad, dinero, estatus. Lo más profundo de la vida lo buscaríamos si supiéramos que la vida es un recurso escaso, que lo es."

Según Naranjo, el hecho de no sentir la muerte es un paradigma de la represión, de la inconciencia en la que estamos sumidos. Mientras menos esté una persona en sintonía con sus potencialidades y con su destino, mientras menos esté viviendo para el bien de su alma y de los demás, más traumática la conciencia de la muerte.

Cotejemos la meditación sobre la muerte con nuestra vida común y corriente viviendo para entretenernos o pasar el rato indolentemente: "pensar en la muerte nos libera de la fantasía, de las cosas triviales, de los chismes, nos hace trascender el entretenimiento banal, nos permite llegar a nosotros mismos, atravesar una antesala de horror al vacío", señala Naranjo.

De hecho la conciencia de la muerte y de este esquema de una vida sin sentido, que es una marcha al matadero sin conciencia de lo que ocurre, constituye un rasgo definitivo de un grado superior de humanidad espiritual. En las tradiciones espirituales, la conciencia empieza por la conciencia de la muerte o que todo es transitorio, evanescente, impermanente.

 

 

Sócrates, dijo que la filosofía es esencialmente un entrenamiento para la muerte, esto es, llevar una vida filosófica para que la muerte sea un acto de conciencia en el que el alma sea capaz de recordar y recobrar su propia naturaleza divina.

Por último Naranjo cita a Heidegger, el filósofo alemán para quien "El ser es ser hacia la muerte", y quien nos enseña que "si queremos despertar y ser auténticos debemos conectarnos con esa realidad". La meditación sobre el ser es una meditación sobre la muerte, la inevitable frontera que da sentido a nuestra vida y hacia la cual debemos dirigir nuestra conciencia, como un río hacia el mar.

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