“Debemos fomentar la creación de nuevos cineclubes, para que se difunda cada vez más el arte del cine y haya un mayor número de personas que gusten y exijan películas de calidad. Esto redundará también en beneficio del cine independiente serio, que tendrá así un estímulo moral y material cada vez mayor que le permita desarrollarse”
(Alberto Nícolo, Cine Club Santa Fe)
La formación universitaria, la escritura en revistas, el aprendizaje en los
cineclubes y la realización de cortos y mediometrajes fueron algunas de las
características de la Generación del ‘60 en sus inicios. Características que
compartían, por ejemplo, con los cineastas franceses que conformaban la
Nouvelle Vague. “La renovación que finalmente se produjo no tuvo su origen en la industria sino en el ambiente de los cineclubes y los talleres vocacionales que permitieron a las jóvenes generaciones acercarse a la historia y a la práctica cinematográfica” (Paula Félix-Didier, crítica de cine).
"Las revistas especializadas de la época se proponían ejercer una crítica del cine como arte, y vincularlo con otras disciplinas artísticas como la literatura.
(...)
En la mayoría de los casos, las publicaciones nacían de otras instituciones previamente conformadas: los cineclubes."
Las revistas especializadas de la época se proponían ejercer una crítica del
cine como arte, y vincularlo con otras disciplinas artísticas como la literatura. No
se lo relacionaba con el mercado o la industria. Algunas de las revistas más
importantes de la época eran Tiempo de Cine, Platea, Cinecrítica. Allí no solo se
escribían críticas sino que también se apoyaban causas, como por ejemplo el
rechazo a la clasificación de las películas por parte del Instituto Nacional de
Cinematografía (se agrupaban en la categoría “A” las de exhibición obligatoria que
gozaban de los beneficios de la ley, y en la categoría “B” aquellas cuya exhibición
no era obligatoria, por lo tanto no contaban con ningún beneficio). En este aspecto, muchos representantes de la industria, tiempo después, se preocuparon
por ocupar puestos de influencia dentro del Instituto para asegurarse que los
beneficios de la calificación se destinen a sus propias películas.
En la mayoría de los casos, las publicaciones nacían de otras instituciones
previamente conformadas: los cineclubes.
Estos nacieron antes de la década del ‘50 y ‘60, a pesar de que tuvieron su auge en esta época. Uno de los primeros fue el Cine Club Argentino, que realizó una gran cantidad de concursos de filmación; luego en 1941 se fundaría la sala del Cine Arte que programaba todos los días ciclos, con clásicos que se no se podían ver en la programación de los cines. Un año más tarde sería el turno de Gente de Cine, que realizaba cursos de dirección, concursos de guión (uno ganado por Haroldo Conti) y publicaba, además, la revista homónima. La actividad no solo crecía en Buenos Aires, sino también en distintos puntos del país como La Plata, Santa Fe, Rosario, Mendoza,
Mar del Plata y Bahía Blanca. En Buenos Aires surgía, además, “Núcleo”, “Cine
Club Buenos Aires” y “Cine Club Enroques”. “Núcleo”, y su revista Tiempo de
Cine, fue uno de los principales promotores del cine de la Generación del ‘60.
"‘...un lugar de intercambio fundamental para la formación de
opiniones y redes de amistad.’”
(Simón Feldman)
Los cineclubes eran lugares de debate y reflexión que fomentaban la
asistencia de futuros realizadores. “Su misma existencia impugnaba o ponía en
cuestión los circuitos de distribución tradicionales”, asegura Simón Feldman,
que agrega: “eran un lugar de intercambio fundamental para la formación de
opiniones y redes de amistad”.
Se proyectaban, sobre todo, películas extranjeras y cortometrajes
nacionales. De hecho, los cortometrajes, tan importantes para estas instituciones,
desempeñarían un papel fundamental en el crecimiento de esta generación de
cineastas. Durante sus inicios, muchos de ellos, como Enrique Dawl, Simón.
Feldman, David Kohon y Fernando Birri, encontraron en el cortometraje un
espacio más accesible y de experimentación.
Alberto Nícolo, del Cine Club Santa Fe, escribió una nota en Cuadernos de
Cine, en donde decía que “debemos fomentar la creación de nuevos cineclubes,
para que se difunda cada vez más el arte del cine y haya un mayor número de
personas que gusten y exijan películas de calidad. Esto redundará también en
beneficio del cine independiente serio, que tendrá así un estímulo moral y material
cada vez mayor que le permita desarrollarse”.
“‘Para ser cineasta tenés que ver mucho cine
y hablar mucho con cineastas, en una época yo iba al cine todos los días. Era la
época de los cineclubes. En ese momento ver cine era una obligación, ¿cómo te
ibas a perder una película de Bergman, de Truffaut o de Godard?’, aseguraba
Leonardo Favio."
Entre los cineclubistas se perfilaban dos grupos antagónicos: algunos
admiradores del cine comercial, con un espíritu más conservador, y aquellos que
pregonaban un cine más experimental. “Los idealistas de la imagen pura
integraban el otro estamento. Eran los nuevos chicos malos, que desovaban sus
larvas y se multiplicaban irrespetuosamente en la oscura tibieza de esas
madrigueras anárquicas del séptimo arte”, afirma Mónica Martin, autora del
libro El Gran Babsy, sobre la vida de Leopoldo Torre Nilsson, un asiduo asistente
a cineclubes entre 1942 y 1950.
La pasión por los cineclubes (que muchas veces se vio interrumpida por la
clausura de salas durante el peronismo) dio origen a la creación de ciclos en
horarios poco frecuentes, como el caso del cineclub Gente de Cine que
proyectaba películas a partir de las 10 de la noche en el cine Biarritz y en el
Lorraine. También comenzaron a realizarse festivales (sobre de todo de cine
extranjero) como el de cine francés en el Ópera. A partir de 1957, se proyectaron
películas de Ingmar Bergman y de los cineastas de la Nouvelle Vague, todos los
días y prácticamente a toda hora. “Para ser cineasta tenés que ver mucho cine
y hablar mucho con cineastas, en una época yo iba al cine todos los días. Era la
época de los cineclubes. En ese momento ver cine era una obligación, ¿cómo te
ibas a perder una película de Bergman, de Truffaut o de Godard?”, aseguraba
Leonardo Favio.
“‘Una de las primeras reivindicaciones de quienes aspiraban a internarse en
el terreno de la realización cinematográfica, estaba centrada en la creación de
centros de enseñanza, inexistentes en nuestro país hasta mediados de la década
del ‘50’, sostiene
Simón Feldman"
También surgieron en esa época, desde los espacios de debate como los
cineclubes, los Grupos de producción independiente. En 1951, por ejemplo, nació Taller de Cine, un equipo de aprendizaje y realización independiente que se
proponía “filmar películas que reflejen la vida argentina en todos sus aspectos, en
todos sus matices, cambiante, en pleno movimiento”. El grupo también llevó a
cabo tareas de formación y produjo muchos cortometrajes en 16 y 35 mm. Otro
caso fue el de “Seminario de Cine Buenos Aires”, formado en 1953, que surgió a
partir de los estudios realizados por dos de sus integrantes (Mabel Itzcovich y
Simón Feldman) en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Paris (IDHEC). El
estudio publicó, además, la revista Cuadernos de Cine.
“Una de las primeras reivindicaciones de quienes aspiraban a internarse en
el terreno de la realización cinematográfica, estaba centrada en la creación de
centros de enseñanza, inexistentes en nuestro país hasta mediados de la década
del ‘50”, sostiene Simón Feldman, quien justamente daría clases en varias
instituciones
"Los jóvenes realizadores, cortometrajistas y críticos, salidos de los cineclubes y de las
revistas especializadas, procuraron ocupar un espacio que la industria no tenía demasiado interés en controlar."
A principios de los ‘50, eran muchos los jóvenes que elegían estudiar cine
en el exterior por no encontrar alternativas en su país.
Entre los centros de enseñanza que surgieron en la época se puede
mencionar el Instituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral, el
Departamento de Cinematografía de la Escuela de Artes de la Universidad
Nacional de Córdoba y el Departamento de Cinematografía de la Escuela
Superior de Bellas Artes de la Universidad de La Plata. Los egresados de dichos
centros de formación trabajaron junto a los integrantes de la Generación del ’60
en múltiples películas.
El principal ámbito de ejercitación cinematográfica fue el cortometraje. Los
jóvenes realizadores, cortometrajistas y críticos, salidos de los cineclubes y de las
revistas especializadas, procuraron ocupar un espacio que la industria no tenía
demasiado interés en controlar.
Patricio Germán Imbrogno
(Licenciado en Comunicación)