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La humildad es el reflejo de la grandeza de tu corazón y la riqueza de tus sentimientos.

El tema de la humildad es primordial en Los Órdenes del Amor. Justamente, la humildad va de la mano de un salto cualitativo del yo. El yo, por naturaleza es mentiroso y omnipotente, cree que lo sabe todo, que todo lo hace bien; y desde ese lugar es crítico y juzgador

Para encontrar la solución en los sistemas familiares, educativos u organizacionales; este yo debe, como se dice vulgarmente, bajarse del caballo y “ponerse humilde”. Esta es la única manera de que la comprensión se amplíe, la mente se abra hacia otros horizontes y el corazón muestre su capacidad amorosa. Es tan sencillo hallar soluciones si se tiene en cuenta esta premisa: ponerse humilde.

 

La humildad como una virtud opuesta a la soberbia, no tiene que ver con la etimología de la palabra “humildad”, sino que empieza a asumir el sentido de la palabra modestia muy de a poco en la literatura cristiana a partir del siglo IV después de Cristo.

 

La palabra modestia proviene del latín “modestia” y significa la cualidad que modera nuestros actos y pensamientos, impidiéndonos creernos más de lo que somos. La modestia regula sentimientos como la presunción, la vanidad o la altanería, que son sus antónimos. En este sentido se asemeja a la humildad, y este es el significado que le damos a ella.

 

Los seres humanos somos totalmente vulnerables y estamos acompañados por el miedo desde que nacemos, y la defensa de este sentimiento de vulnerabilidad es una sobrevaloración que incluye el juzgamiento y la crítica. Nos creemos viento y sólo somos hojas movidas por el viento. La “soberbia” (del latín “superbia”) u orgullo (del francés orgueil) es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, que cree que tiene el derecho a juzgar y criticar a los padres o a los ancestros, a los otros en general.

Sinónimos son: altivez, altanería, arrogancia, vanidad, etc.; desde esa postura todo empeora y se aleja de la sanación. En las constelaciones “ponerse humilde” es una condición primera, y es así como se puede aceptar amorosamente las cosas como son, aceptar lo que es.

 

Nadie es perfecto en este mundo, somos personas falladas, llenas de petulancias y con la credibilidad que se puede llevar al mundo por delante con las ideas y creencias propias, pero la vida muestra otra cosa, muestra que somos pequeños y que de un instante a otro todo puede cambiar y tenemos que aprender a aceptar. La aceptación y la humildad hacen crecer y tomar consciencia y es una manera de llegar a ancianos con la experiencia transformada en un poco de “sabiduría”, sabiduría que nos dice que no sabemos nada.

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