Posiblemente, una de las obras más hermosas que se han podido ver en los últimos tiempos de la mano del señor Wim Wenders y del talento de la señora Pina Bausch.
Una joya visual y sonora para
la eternidad.
Pina es un viaje a través del cuerpo, de los sentidos, de la naturaleza, de los movimientos que se repiten. Pina es fragilidad. Pina es fuerza sensorial. Pina es dolor y es color. Pina es saber que todos estamos perdidos y Pina también es esperanza y sabiduría
"No sé si conocen a Pina.
Vi por primera vez una obra de Pina Bausch hace veinticinco años. Admito que no sabía mucho de la danza teatro.
(…) Ya había visto algo pero nada me había dejado boquiabierto ni me había conmovido.
Sobre el escenario había personas, personas moviéndose de un modo muy distinto al que yo conocía hasta ese entonces, y conmoviéndome de un modo muy distinto al que yo hubiese experimentado jamás. No habían pasado los primeros minutos de la obra y ya sentía un nudo en la garganta, y después de quedar suspendido por unos instantes en un asombro incrédulo solté las riendas, dejé fluir lo que sentía y me largué a llorar desenfrenadamente. Nunca me había pasado algo así…
Sí en la vida, y claro también en el cine, pero no con una puesta estudiada, y menos que menos con una coreografía.
Esto no era teatro, no era una pantomima, no era un ballet y menos una ópera. Pina es la creadora de un arte nuevo.
(…) A mí el movimiento como tal nunca me había conmovido. Siempre lo di por sentado. Un se mueve y listo. Todo se mueve.
(…) Y cada vez que vi una obra de Pina (…) quedaba paralizado y deslumbrado y reaprendía a ver lo más simple y obvio como lo más movilizante que pueda existir.
Qué tesoro que albergan nuestros cuerpos sin comunicarse a través de las palabras, y cuántas historias se pueden narrar sin recurrir siquiera a una frase…”
Wim Wenders. Los pixeles de Cézanne, páginas N° 106 y107.
Editorial Caja Negra. Buenos Aires (2015)
