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"El señor Ibrahim y las flores del Corán", es una simpática reflexión sobre la convivencia, la tolerancia y el proceso de aprendizaje existencial y emocional entre dos personajes de edades, vivencias y religiones opuestas. Sin rozar los conflictos judío-musulmán, confeccionada tal vez con la intención de preponderar la importancia de la igualdad humana mas allá de las  edades y las culturas, en un presente que gravita más el separatismo que el entendimiento

Siempre resulta atractivo observar las cosas que dan inicio a la vida adulta, y sus cuestiones de descubrimientos y existencias.

Todo comienza a resultar desconocido, aterrador por momentos e interesantes y aleccionadores en otros.

Esas cosas que conglomeran el despertar sexual, la cultura, la faz generacional, la dureza de la misma vida y sus alteraciones familiares, resultan punta estructural en este trabajo basado en la muy vendida y ponderada obra del dramaturgo Francés Eric - Emmanuel Schmitt, en la cual se pone de manifiesto una historia de amistad profunda, con un drama humano circundante y la conexión comunicativa necesaria para enfrentar tamaños avatares.

No siempre una obra de ribetes dramáticos y sentidos debe basarse en la ampulosidad que posee el melodrama y la carga de emoción que deben abordar sus protagonistas. He aquí el claro ejemplo de un trabajo generado con un modesto presupuesto, que cuenta con un señor de la actuación que desde el mismo nombre del film lo agiganta toda su sabiduría dentro del oficio actoral.

 

Desde una historia que podría haber sido pesimista al extremo, demarcando la desesperanza del inmigrante en un contexto casi sin futuro, pero que se convierte en interesante desde la óptica optimista y vital, desestructurando las complejas situaciones, articulando el film desde el modo que posee el descubrimiento interior de un joven de cara a construir y delinear una existencia.

Con una marcada corrección y diseccionando el trabajo hacia puntos diferentes de lo creído, su director, François Dupeyron, logra cautivar y de hecho tomar empatía directa hacia sus protagonistas, generando desde su labor en la cinta algo atractivo y particular.

La historia se narra en un barrio marginal y multirracial de París, un adolescente judío y un viejo musulmán se hacen amigos. El joven vive con su padre, un hombre sumido en la depresión. Sus únicas amigas son las prostitutas callejeras, que lo tratan con mucho cariño. Siempre hace las compras en la pequeña y oscura tienda del señor Ibrahim, un silencioso musulmán que lo observa todo y sabe más de lo que parece. A través de una situación poco fortuita, se establece entra ambos una simbiosis de amor, respeto y cariño.

Saltando los escollos raciales y síntomas de racismo que siempre se generan en historias que contienen diversidad de etnias o religiones, esa amistad profunda y sentida, va generando una nueva estructura de relato y visión, casi interpretando la base de un libro sagrado, El Corán, pero no interpretándolo desde un punto legalista y exacto a la ortodoxia que posee el mismo y formas dogmáticas que anidan en toda religión, si no resaltando los criterios de entendimiento y de bien común que la magnánima obra posee, y ese es un acierto de los constructores de este trabajo.

Con reminiscencias precisas a "Los Cuatrocientos golpes", obra extraordinaria de Truffaut, sus protagonistas inyectan esa pócima de buena interpretación y credibilidad ante los honestos manifiestos de frases reflexivas y presencia actoral en pantalla.

Pierre Boulanger en el rol de Momo:

El actor que ha sabido concebir una prolífica carrera dentro del cine Francés e Inglés, conforma toda la estructura de un adolescente que debe comenzar a sortear avatares, con gestos precisos y amalgamando en los mismos una muy buena naturalidad de movimientos.

Omar Shariff como Ibrahim:

El eterno Egipcio, hacedor de miles de roles, de presencia y autoridad a la hora de deleitarnos con sus trabajos, aquí conformando uno particular, el cual es aprovechado mediante su conocimiento actoral, elevando la película a un clímax máximo a través de sus virtudes, demostrando que continúa siendo uno de los máximos referentes del arte contemporáneo.ç

"El señor Ibrahim y las flores del Corán" es una simpática y tierna reflexión sobre la convivencia, la tolerancia y el proceso de aprendizaje existencial y emocional entre dos personajes de edades, vivencias y religiones opuestas, sin rozar los conflictos judío-musulmán, confeccionada tal vez con la intención de preponderar la importancia de la igualdad humana mas allá de edades o culturas, en estos tiempos que gravita más el separatismo que el entendimiento entre pares.

Tiempos para intentar rescatar aquellos rasgos que nos urge instruir interiormente en el derrotero de construir nuevas sendas y entendimientos, con inteligencia y sentimiento, caminando por una misma ruta.

El Corán, el Talmud, la Torá, la Biblia, el Tao. Definiciones que aglomeran un mismo concepto, quitando las interpretaciones a conveniencia.

Conceptos que son como esas flores antiguas, que aún viven en las páginas de algunos textos.

La película está disponible en la plataforma You Tube

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