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La experiencia mística sólo puede expresarse en alguna de las formas variadas del lenguaje humano como la arquitectura, la liturgia, el arte, la filosofía, la sexualidad. Pero el misticismo, en sí mismo, es la consciencia directa de lo que está presente en el instante y aún siempre, inefable. Las imágenes y los pensamientos son constructos de la mente que pueden ser etiquetados y controlados, mientras que Dios, como dijo San Ireneo, es una realidad que nunca podremos conocer como un objeto, sino solamente mediante la participación en Su propio conocimiento de sí mismo

En las tumbas neolíticas del Condado de Meath (Irlanda), construidas hace 5.000 años, se desvela un momento crucial en el desarrollo de la consciencia humana.

El entierro reverencial de restos humanos revela un gran avance en la autoconsciencia y el respeto hacia uno mismo. El misterio de la vida está de alguna manera oculto y a la vez se muestra en la muerte.

 

Los huesos, que probablemente no serían los de cocineros o limpiadores de la tribu, fueron depositados en el centro oscuro de una construcción cubierta de cuarzo. Unos pocos metros por encima de la entrada a las tumbas, existe una pequeña abertura que conduce a un estrecho túnel, el cual termina en la oscuridad de un espacio central.

 

El hombre moderno pudo “acceder” a la mente de sus antepasados cuando los arqueólogos descubrieron el objetivo, incluso el significado de esta abertura. Durante el solsticio de invierno, los primeros rayos del sol de año nuevo renacen de su propia muerte y, atravesando la oquedad de la piedra, viajan por el túnel hasta alcanzar el espacio central disipando la oscuridad con su luz durante unos minutos.

Afortunados los que se agolpan en la cámara interior cada año esperando una mañana de claridad. La sensación de resurrección y de iluminación debe ser muy intensa y una admiración sagrada debe unirlos. Sin embargo, quizá sea un uso débil del lenguaje denominar a esto una experiencia mística. La experiencia mística sólo puede expresarse en alguna de las formas variadas del lenguaje humano como la arquitectura, la liturgia, el arte, la filosofía, la sexualidad. Pero el misticismo, en sí mismo, es la consciencia directa de lo que está presente en el instante y aún siempre, inefable.

Desconocemos las creencias de aquellos que diseñaron y calibraron con exactitud el montículo de New Grange. Pero de cualquier modo, ellos entendían que sus creencias, aunque no pudieran analizarlas, no eran copias de copias. Nacieron de la experiencia directa.

La experiencia mística no está sujeta al análisis, sólo puede conocerse a través de sus frutos. Uno no puede analizar lo verdaderamente simple, pero sí puede conocerlo. Jesús, que vivió y habló del “Padre” completamente desde esta experiencia dijo esto del “Reino de Dios”, término cristiano: “No puedes saber por observación, cuándo llegará el Reino de Dios”. Dado lo escabroso de este asunto, no sorprende que optemos por la explicación que parece tener más sentido común y sustituyamos la fotografía de lo real por el concepto de la experiencia. Las imágenes y los pensamientos son constructos de la mente que pueden ser etiquetados y controlados, mientras que Dios, como dijo San Ireneo, es una realidad que nunca podremos conocer como un objeto, sino solamente mediante la participación en su propio conocimiento de sí mismo.

 

Laurence Freeman

(Monje benedictino y sacerdote católico)

Las raíces del misticismo cristiano

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