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El ser humano desde que nace necesita sentirse amado. Los primeros en satisfacer esa necesidad son los padres.

Por diferentes circunstancias en la vida, la niñez puede transcurrir con carencia de afecto. A nivel psíquico, esto es tan grave como crecer sin alimentación suficiente

Al tener una necesidad no satisfecha, se la busca saciar. En este caso es afecto. Por eso muchas veces actuamos en apariencia como seres egoístas. El temor hace que todo aquello que sintamos como similar al amor lo intentemos retener para nosotros mismos evitando que se “escape nuevamente". 

 


En algunos casos, las conductas tenderán a ser narcisistas, reduciendo la capacidad de intercambios afectivos. Buscará sanar heridas tratando de retener el amor sólo para sí mismo. De esta forma la búsqueda de la felicidad será mayormente infructuosa. Se busca ante todo la condicionalidad, o sea, responden las heridas narcisistas y emocionales del ego. El ego se torna como un centro gravitatorio que busca atraer hacia sí mismo, y retener todo aquello que interprete como posible manifestación de amor y de sentirse poderoso. 

 

 

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La “acumulación” de bienes, poder, supuesto amor, le otorga una falsa sensación de seguridad. Esto se debe a que siente básicamente una falta, lo que da como resultado un Yo débil, carente de autovaloración. Se produce de esa forma un constante desequilibrio en la personalidad que intenta obtener su propia fortaleza. Estas características provocan miedo en las personas; sobre todo a perder desde afecto hasta dinero, poder, trabajo, etc. 

 


Existen el egoísmo consciente y el inconsciente, este último es el que deriva de la carencia afectiva-primaria; el consciente se apoya en estas carencias, pero tiene capacidad de darse cuenta desde el adulto que somos hoy. 

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Es necesario como terapeuta trabajar las heridas de afecto-amor del consultante. Y ayudarlo a reconocer sus potencialidades y fortalezas. De esta manera trabajando desde lo positivo también lograremos que vaya encontrando su propia capacidad de amar y de vincularse con los demás de forma sana, sin el egoísmo que busca satisfacer exclusivamente sus propias necesidades. Saber amar y no sólo esperar ser amado (en cualquier vínculo afectivo importante).


“La conciencia de la separación humana (sin la reunión por el amor) es la fuente de la vergüenza, de la culpa y de la angustia. La necesidad más profunda del hombre es la necesidad de superar su separatividad, de abandonar la prisión de su soledad.” (Erich Fromm, El arte de amar).

 

 

 

Lic. Yanina Piccinni - Psicóloga
yagapi@yahoo.com.ar   Cel.: 15-5817-4860  Facebook: "Lic. Yanina Piccinni"
Autora del libro “Colores del alma” (2003), y co-autora de “El amor como forma de vida” junto a la

Lic. Liliana Crivelli (2016); "El amor como forma de vida" , Y. Piccinni-L Crivelli. Editorial Tahiel

Ilustración: Toni Demuro

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