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8 de diciembre de 2021

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María, figura universal

Su reconocimiento desde

una mirada musulmán

Por Carolina Chocrón

¿Musulmán? ¿Te vas a hacer musulmán?” le pregunté. No podía entenderlo. En ese momento lo único que conocía del islam era lo que decían los medios de comunicación en relación con los atentados, y lo que decía mi familia paterna, judía, desde Israel, más o menos en la misma línea. Pero yo respetaba mucho a esta persona, incluso la admiraba, la consideraba muy inteligente, con gran conciencia social y política… así que, si él se iba a hacer musulmán, algo bueno debía tener el islam.


Decidí esperar y escuchar. Y lo acompañé a un concierto de música sufi. Quienes cantaban eran hombres y mujeres apenas más jóvenes que yo, con una expresión de paz y alegría en sus rostros, que desde hacía mucho tiempo anhelaba para mí. Mientras tanto la música se metió por mis oídos, pasó por encima de todos mis prejuicios, y llegó sin escalas ni resistencias a mi corazón. Luego habló el sheij, un hombre muy amable y paciente, que respondió con claridad a cada una de las preguntas que le hicieron. Él expresaba todo aquello en lo que yo creía, sólo que lo decía de una manera ordenada.
La cuenta regresiva había comenzado.


Lo que más me sorprendió fue enterarme de que en el islam, continuando la línea de las religiones monoteístas, de origen abrahámico, se aceptan como sagrados no sólo el Corán, sino también los libros anteriores, tales como la Torá y el Evangelio. Del mismo modo, se reconoce a todos los profetas, desde Adán hasta Muhammad (s.a.w.s.), pasando por Noé, Moisés y Jesús, entre tantos otros, que Allah los bendiga a todos ellos. Algo en mi interior dejó de tironear para lados opuestos, algo se apaciguó mientras la contradicción se transformaba en conciliación. 
También se acepta el milagro de la virginidad de María (que Allah la bendiga), a quien se la considera la mejor mujer de la Creación. Incluso una de las suras (capítulos) del Sagrado Corán lleva su nombre. De hecho, si bien allí se hace referencia a diferentes mujeres, sólo a ella se la nombra.


No me sorprende entonces que una mezquita en los Emiratos Árabes Unidos lleve desde junio pasado el nombre de Mariam Umm Isa (María, madre de Jesús), en un gesto de acercamiento a las comunidades cristianas de la región, a fin de resaltar lo que ambos credos tienen en común. A pocos metros de la mezquita, en una iglesia anglicana celebran la decisión.


Bastaron tres meses para reconocer que en el islam estaba lo que tanto había buscado. Bueno, treinta y dos años… y tres meses. “¿Cuánto falta para que usted se haga musulmana?” me preguntó un día el sheij. No faltaba nada.

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