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"Cuando una flor no florece modificás

el ambiente en el que está, no la flor.”

(Alexander Den Heijer)

Lo que 60 años atrás era considerado una enfermedad mental hoy ya no lo es, pudiéndose incluir muchas personas que antes vivían al margen de la sociedad o tenían que pertenecer a pequeñas comunidades para ser ellos mismos

En nuestra sociedad confluyen personas con distintos tipos de personalidad, gustos, roles,  preferencias, profesiones, ocupaciones, nacionalidades, colores de piel, etnias, costumbres, religiones, orientaciones sexuales, etc. Las cuales con el tiempo en cada época histórica fuimos incorporando, aceptando y respetando como reflejo de los valores de un período social determinado y como resultado de momentos históricos específicos.

Esta inserción vino impulsado a su vez,  por la defensa que cada grupo ha realizado de sus derechos para poder confluir y tener lugar dentro de la sociedad.

Actualmente en nuestra sociedad se aprecia y valora el ser original, único, exitoso y socialmente activo;  incentiva a que sus integrantes tengan libre expresión y puedan hacer espacios para vivir según sus intereses y preferencias, siempre y cuando no atenten contra los derechos del otro. Por otra parte, nuestra sociedad se denomina a sí misma como inclusiva, lo cual quiere decir que está “abierta” a recibir e integrar a todas las personas siendo indistintas las características de cada uno para ser un miembro activo, gozar de los mismos derechos y tener los mismos deberes.  Admitir las diferencias enmarca este momento histórico que tiene como bandera la inclusión, entendiendo que lo que años atrás se penalizaba y excluía por no ajustarse al marco social, hoy en día sería irrespetuoso e intransigente hacerlo con el otro.

Así mismo, como cambian nuestra percepción de los valores sociales a través de los años,  cambiaron también los criterios y diagnósticos de la enfermedad mental consignados en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSMV) es decir, lo que hace 60 años eran considerado una enfermedad mental hoy ya no lo es, pudiéndose incluir muchas personas que antes vivían al margen de la sociedad o tenían que pertenecer a pequeñas comunidades para ser ellos mismos, dentro de una nueva sociedad que los admitía sin ser expuestos, juzgados o rechazados. 

Entonces,  así como nuestra sociedad acepta las diferencias ya mencionadas ¿aceptará las diferentes condiciones neurológicas y neuropsicológicas que presentan muchas personas? ¿Estamos preparados como sociedad para la inserción de personas con Condición del Espectro Autista? Ojalá tuviera una respuesta que se apoyara en las evidencias de la inclusión que antes mencioné para dar un rotundo Sí.  Sin embargo, sé que estamos como sociedad en camino a ello porque es imposible desconocer las condiciones neurológicas que presentan muchas personas, un ejemplo de ello es que hace tan solo un poco más de 10 años nuestra sociedad no estaba familiarizada con lo que es el autismo, hasta que se unieron, defendieron y concientizaron sobre esta condición las familias y profesionales que venían trabajando en ello y hoy por hoy muchos saben de qué se trata esta condición.

 

Siguiendo este cambio, podemos contemplar como muy posible que en unos años el autismo, o parte de quienes se encuentran en este espectro no estén contemplados en el DSMV.

Con el tiempo, cada persona va ir teniendo más información y podrá conocer el enorme abanico que se encuentra en este espectro, donde no se está enfermo aunque así lo diga el manual. Sabrán que las personas con CEA perciben y procesan los estímulos del mundo de forma diferente y responden distinto ante lo emocional y social, se comunican de formas alternativas y producen con suma persistencia, originalidad y creatividad. 

Las personas con CEA no están enfermas, el tratamiento que realizan no es para que sean “normales”, sino para poder gozar de la inclusión que abandera esta sociedad y descubrir de forma guiada sus intereses, habilidades y áreas de dominio para poder potenciarlas y vivir con sus características personales dentro de la sociedad que debe prepararse para hacerles un lugar donde vivir agradablemente.

Finalmente comparto un hermoso pensamiento de Alexander Den Heijer: “Cuando una flor no florece modificas el ambiente en el que está, no la flor.”

 

 

Caren Paola Rodríguez Rangel
Psicóloga (MN 44175)

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