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Muchas palabras queriendo explicar temas y argumentar razones, son inútiles para solucionar conflictos.

Las palabras vacías no conducen a nada, sólo las palabras verdaderas conducen a la sanación, porque son palabras que salen del corazón y del sentir más profundo.

Cuando trabajamos con Constelaciones Familiares se establece una diferencia muy marcada con cualquier otra modalidad terapéutica.

Para empezar se necesitan pocas palabras por parte del consultante, nada de largas historias ni opiniones personales. Lo más importante son los hechos acaecidos en el sistema familiar.

Miembros excluidos en una familia, padres juzgados y criticados, muertes tempranas de niños, muerte de padres dejando a niños pequeños, muertes de hermanos, transgresiones o delitos no expiados por los que los cometieron, separaciones dificultosas, duelos sin resolver, responsabilidades no asumidas, migraciones de diferente índole, secretos familiares, trato indigno hacia algún familiar, suertes trágicas (enfermedades graves, discapacidades, infortunio) de algunos miembros de la red, apropiación y riquezas obtenidas mediante el sufrimiento de otros, etcétera.

Los hechos son lo importante porque tienen consecuencias dolorosas, que enferman, que bloquean la energía vital y que llevan a callejones sin salida. Del mismo modo, el juzgar a los padres es causa de no poder avanzar en la vida, de frustraciones y de emociones negativas.

Muchas palabras queriendo explicar temas y argumentar razones, son inútiles para encontrar solución a los conflictos.

Las palabras huecas no conducen a nada, sólo las palabras verdaderas conducen a la sanación, porque son palabras que salen del corazón y del sentir más profundo.

Palabras huecas y verdaderas es una conceptualización de una psicoanalista francesa, Francoise Doltó, quién decía que sólo las palabras verdaderas llegan al niño, y éstas son pocas. Las palabras huecas son muchas y no dicen nada, no llegan al corazón.

Los hechos de peso, como los mencionados, dejan una impronta en el alma que en muchísimas ocasiones sólo con un trabajo como las constelaciones pueden cicatrizar las heridas profundas y hallar el camino de salida.

 

En las constelaciones se producen movimientos y unas pocas palabras “verdaderas” que llevan del conflicto y del dolor a la sanación, al alivio y a la paz interior.

Por ejemplo, en las parejas que se separaron hace poco o mucho tiempo, generalmente siguen reproches y falta de comunicación, digamos amable. Pueden ser parejas que han tenido o no hijos.

Lo importante a destacar es que, si hay hijos, serán pareja de padres mientras vivan y deberán acompañar a los hijos y tomar decisiones al respecto siempre; y si la pareja de hombre-mujer (que es la que terminó la relación) se ladran, por decirlo de una forma común y corriente que todos entienden bien, ¿cómo hacen para cumplir la función parental? Y, en consecuencia, ¿quiénes sufren?: los hijos.

En las parejas que no han tenido hijos, a veces se han tenido dos o tres parejas importantes y aparecen dificultades en la pareja actual o se torna difícil encarar una nueva pareja.

Todo lo mencionado enferma el cuerpo emocional y el físico. Y… ¿cómo se sana?

En una Constelación se ve claramente cómo no se cerró adecuadamente la relación, es decir, quedó la relación abierta, como una herida que no cicatrizó y esto es lo que enferma.

Colocados los representantes para la o las parejas terminadas, el consultante reconoce que quedó algo sin resolver, y ahí van las palabras sanadoras, las palabras verdaderas que sanarán las heridas y por consiguiente harán que la relación quede sellada amorosamente.

Reconocer al otro en su condición de hombre o mujer, de padre o madre; reconocer que se eligieron; agradecerle la experiencia de pareja con todos sus avatares y soltarlo, dejarlo ir; es lo que sana.

Para esto se utilizan pocas y verdaderas palabras que llegan al corazón y cierran amorosamente la relación produciendo un profundo alivio. Este trabajo sana el vínculo y a los participantes del mismo. Así quedan libres para seguir la vida limpiamente y en el caso de hijos, poder transitar la parentalidad con responsabilidad y madurez.

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